Sé que McEwan es uno de los narradores ingleses más respetados, uno de los que más han triunfado, pero quizá me equivoqué eligiendo esta y no otra novela para comenzar a conocerlo. Es más, me daré pronto otra nueva oportunidad y me leeré su súper éxito, "Expiación", en algunas semanas más. Luego les contaré de nuevo mi parecer.
Seguramente no es culpa de McEwan que la novela no me guste. La verdad es que me cuesta entrar en cualquier texto que tenga algo romántico como basa fundamental. En este caso es la historia de Edward y Florence, dos jóvenes que viven relativamente cerca, pero se conocen por casualidad poco tiempo después de concluir sus estudios universitarios. Él ha estudiado historia y ella, violín, por el que siente una verdadera debilidad. En pocas palabras, es su vida. Otro detalle, que podría ser fundamental, pero no pasa de ser una información más, es que ella es de familia rica y él, de familia pobre. Pero el conflicto no se basa en eso, sino en la aversión que Florence siente por el sexo y la mala interpretación que Edward hace de su rechazo hacia él en la noche de bodas. Así, el conflicto está servido y sirve para mostrar esa serie de taras y prejuicios de la sociedad de comienzos de los 60 en la vieja Europa que aún no da el salto ni tecnológico ni moral de los '70.
La prosa de la obra es envolvente. McEwan nos traslada con claridad a esa primera noche de los recién casados en el paisaje idílico de un hotel al lado de Chesil Beach, esa lengua de arena que se abre paso en medio del mar, tan idílica en las imágenes. A través de esa noche nos muestra el pasado de ambos protagonistas tanto cuando no se conocían como después de su encuentro, aprovechando para mostrarnos las características de una época. Es de agradecer su capacidad para ir profundizando en la psicología de los personajes y preguntándose constantemente por sus conflictos personales y sociales que tienen, lo que le da un entramado que saca al texto de la mera novela romántica; bien escrita, pero romántica.
En la estructura juega llevándonos de un personaje a otro, hablándonos de uno y de otro, lo que hacen, lo que les interesa, lo que los lleva a dónde están, pero sin que nunca las reflexiones de ambos se entrecrucen. De esta forma el conflicto cobra mayor consistencia, porque el lector accede a las reflexiones de ambos personajes, ambas equivocadas y condenadas al fracaso por la falta de comunicación y "las reglas del juego" entre hombres y mujeres de la época, sabiendo que ellos no tienen esa posibilidad. Dicho conocimiento provoca una tensión creciente a medida que se aproxima el desenlace.
Es interesante también notar en qué medida el tono de la narración se aproxima a algunas obras de Henry James. Claro que no es el mismo autor, McEwan no pretende imitarlo; pero el tono, las descripciones, los paisajes e incluso el conflicto podría haberlo firmado el autor norteamericano. Se diferencian por esas reflexiones que hace McEwan, pero a veces, quizá por el tema, quizá por la puesta en escena, quizá por los personajes, nos llevan a estar escuchando el zumbido James mientras leemos.
Otro detalle que llama la atención --y que a mí no me agradó-- es lo que sucede en las diez últimas páginas, que no es más que un resumen de los años por venir de los personajes, en especial, los de Edward. Es un resumen tan resumido que llama la atención y descoloca ese quiebre tan radical que nada tiene que ver con el tono del resto del texto. Es como si McEwan hubiese abortado el texto, renunciado a continuarlo. La respuesta es que ese tiempo de sus personajes ya no le interesaba, pero lo necesitaba para confirmar su tesis, su idea del final. Esto a mí se me hace más o menos insufrible. No me refiero al resumen --que también-- sino a la novela de tesis y cómo obliga al autor a traicionarse para decir lo que se ha propuesto decir. No hay otra explicación que este pie forzado, que, por lo demás, no hace mejor la novela, en la que nos quedamos esperando una resolución al conflicto que nunca llega o que, cuando ha llegado, el autor no ha sabido transmitir.
"Chesil Beach", no me ha impresionado; esa es la verdad. Está muy bien escrita, hay momentos en que el relato se llena de tensión, pero no convence. Esto no quiere decir que sea una novela mala, en absoluto, pero a mí me ha dejado bastante indiferente. Eso sí, a quien le guste la novela literaria y al mismo tiempo, la romántica, no tiene que perdérsela.
Compactos Anagrama, 2008, 184 páginas. 7 euros.
2 comentarios:
McEwan es uno de esos autores que se cuela reiteradamente en tu biblioteca. En la mía se ha ganado un hueco por derecho propio. Es cierto que su obra es muy irregular. Muy acertado tu comentario. Debajo de la historia de amor hay todo un drama. Es decir, a veces puede más el drama que la historia de amor. Te recomiendo "Sábado" y"Expiación". "Solar" es muy inferior (una comedia que, aunque tiene alguna escena desternillante, no merece la pena). Un abrazo y enhorabuena por el proyecto.
La verdad es que sí: el drama es demasiado drama y en la conclusión tiene el problema de reunirlos o separarlos. Creo que tenía las manos muy atadas y que quizá alargó algo más de lo necesario el texto. No tenía para que contarnos los años venideros. Pudo haber dejado el final más abierto sin ningún problema. Como dije, leeré "Expiación". Ya veremos después, jajaja.
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