lunes, 23 de enero de 2012

"Norte" de Edmundo Paz Soldán



Acabo de concluir la lectura de la última novela de Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967), publicada por Mondadori en España durante 2011. Demás está decir que el autor es uno de los narradores latinoamericanos más destacado de los últimos años. Pero no está demás añadir a esto que hay que seguirlo de manera obligada.

Lo primero que me llamó la atención de la novela es la propuesta estructural, esa arquitectura interna del texto, que nos muestra tres historias de latinos en EEUU, apartadas en el tiempo, pero unidas, en apariencia, por la violencia y la repulsión hacia lo extranjero que --dice el autor-- quiere reflejar. Estas historias, como si se tratara de un hélice de ADN, van superponiéndose en el relato, llenándolo de una textura necesaria, una densidad que el buen lector agradece en tiempos de historias planas, sin bordes, aristas, pura linealidad temporal. Es cierto, el autor no pretende dejar la novela en nuestro recuerdo a través de esta propuesta, sabe que hay otras literaturas más complejas, aunque sin la salida editorial que tuvieron en su día todos los herederos latinoamericanos de Faulkner o, yendo más lejos, aquellos que permearon géneros, como Puig. Pero entiende que no basta con una escritura que sólo sea pulcra para comunicarnos esa realidad de violencia y rechazo que se prolonga en el tiempo, como si siempre hubiese sido la misma en el mismo momento: capas sedimentarias no complementarias, sino idénticas, sólo distinguidas por la diferencia entre sus protagonistas. La memoria me traicionó y vi en el diseño de "Norte" a González Iñárritu y "Amores perros" y "21 gramos". Dos géneros, una misma época, una misma inquietud.

Luego --aunque se trata de lo mismo, porque siempre se trata de lo mismo-- tenemos las historias, que no son tres, sino una: una sola piedra cayendo en el lago y varias ondas de lo mismo, donde la violencia de un golpe se perpetúa en el tiempo-espacio. Entre ellas nos llama especialmente la atención la de Jesús, un asesino en serie mexicano que pasaba la frontera para llevar a cabo sus actos y que realmente existió. Pienso muy personalmente que la novela se afirma sólo con esta historia. Su violencia lo abarca todo y le da sentido a las otras dos, que de alguna forma logran su consistencia en la comparación. No es casual que sea la que más páginas acapara en todo el libro.

Como es inevitable en quien lee, siempre saltan otros nombres cuando uno se enfrenta a sus lecturas cotidianas. Las más de las veces esas comparaciones son injustas, pero las influencias existen. Me pasó en la lectura de este libro. Esa fuerza, podríamos decir "maligna", de la historia de Jesús es totalmente comparable a la de "La parte de los crímenes" de la ya mítica "2666" de Bolaño. Igual de cruel. Igual de macabra. Pero hay otro libro que está detrás de "Norte": "No Country for Old Men" de McCarthy late todo el tiempo en la trastienda, como si se tratara de un reflejo inverso, otra onda más de lo mismo.

Las otras dos historias: la del profesor argentino que poco a poco va perdiendo los papeles en una universidad estadounidense y la del pintor naïf Martín Ramírez (que también es un personaje "real"), son indudablemente menos impactantes que las de Jesús. En el caso de la de Martín, se trata casi solamente de una narración lineal de su vida, sin nada que nos pueda llamar la atención a parte de ese choque brutal entre el abandono y el reconocimiento en vida, del que el autor no disfrutó absolutamente nada. Su historia es fascinante, pero a mi parecer, desaprovechada, puesto que la historia de Jesús se la fagocita y la delicadeza del tema (tensa delicadeza, pero delicadeza del fin de cuentas) se pierde en medio de la violencia predominante en el texto. En cambio, la historia de Michelle y de su ex-profesor, Fabian, es a todas luces prescindible. La referencia al propio mundo del autor (es profesor en la Universidad de Cornell) o, más bien, al mundo de la "inmigración de cerebros", diferente a todas luces a la de los "espaldas mojadas", se queda corta y en el anecdotario de las dificultades de los privilegiados al lado del fascinante trabajo con la violencia descarnada de los sin papeles y los carteles de la droga.

Quiero dejar en claro, en todo caso, que esta novela no es la repetición de un gesto: Paz Soldán no es González Iñárritu ni Bolaño ni McCarthy. No pretende serlo. Pero vive allí, en la frontera de algo que los tres autores anteriores intentaron reflejar. Su escritura es un mapa complementario de la frontera fantasma, del texto no escrito sobre las aguas del Río Grande, pero que ahí permanece. Es así como "Norte" más que ser una novela definitiva, me parece el susurro de un comienzo, un objetivo más que un fin. Se percibe, casi se palpa, lo que viene en la escritura de Edmundo Paz Soldán, y, a lo lejos, se ve fascinante.

1 comentario:

María José dijo...

Estoy leyendo esta novela y me queda por terminar. Al principio iba algo perdida y estuve a punto de dejarla. Pero me enganchó. Me esta gustando mucho y supongo que las tres historias confluyen al final.
Me llama la atención la forma de integrar los diálogos enla narración. No es a la manera convencional y eso me gusta.