"[...] Lanzando una mirada circular vio una cafetera y se preparó un Naspresso. Olga era dulce, era dulce y amante. Olga le amaba, se repitió con una tristeza creciente al mismo tiempo que comprendía que ya nunca habría nada entre ellos, que nunca podría haber nada entre ellos, la vida ofrece una oportunidad a veces, se dijo, pero cuando eres demasiado cobarde o indeciso para aprovecharla, la vida recoge sus cartas, hay un momento para hacer las cosas y para abrazar una felicidad posible, ese momento dura algunos días, a veces unas semanas e incluso unos meses, pero sólo se presenta una única vez y si quieres rectificar más tarde es simplemente imposible, ya no queda sitio para la esperanza, la creencia y la fe, subsiste una resignación suave, una piedad recíproca y entristecida, la sensación inútil y justa de que podría haber ocurrido algo, de que sencillamente uno se ha mostrado indigno del don que le acaban de hacer. Se preparó un segundo café que disipó definitivamente las brumas del sueño y luego [...]". Michel Houellebecq. Anagrama. 2011. Premio Goncourt. Pp. 2219-220.
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