lunes, 7 de mayo de 2012

"Vive como puedas" de Joaquín Berges.


Hace aproximadamente un año atrás, en la Feria del Libro de Zaragoza, me sucedió una de esas cosas que sólo ocurren en las novelas. Estaba en la caseta de Portadores de sueños y le pregunté a Félix si había alguna novedad interesante. Me nombro dos o tres libros, entre ellos, éste, "Vive como puedas" de Joaquín Berges. Lo cogí entre las manos el primero, seguramente porque Tusquets es la única editorial española de narrativa con la que guardo un vínculo afectivo, ya que en ella fui lector durante tres años. Pues eso, tomé un libro de la pila y lo comencé a ojear. De pronto, me detuve: acababa de leer "Segunda parte: después de equilicuá". Un calambre me sacudió de arriba a abajo. Eso me sonaba. Expectante busqué el comienzo de la novela y comprobé el título de la primera parte: "antes de equilicuá". Luego di vuelta el libro y en la contraportada leí el resumen de la historia. Y ya no tuve dudas. Ese libro yo lo conocía. Ese libro, allá por fines de 2003 o comienzos de 2004 había recomendado su edición a la misma editorial que ahora acababa de publicarlo, negándose sin que yo llegase a entenderlo. No recordaba a su autor y lo lamentaba. Siempre pensé que "esa/esta" novela merecía la publicación y que de alguna manera podría haber ayudado a ello. Ni siquiera imaginaba que era un aragonés que trabajaba en Zaragoza y vivía en Villanueva de Gállego. El resto de la historia es corta. Joaquín, después de mi recomendación, había enviado otras dos o tres novelas a la editorial, que finalmente en 2007 o 2008 había publicado "El club de los estrellados", que tuvo una excelente recepción, según él mismo me contó cuando nos conocimos, unos días más tarde. Debido a ello, era lógico que Tusquets quisiera volver a publicarlo. Había corregido esa novela que yo leí, de título "Equilicuá", le había cambiado el título y por fin la habían aceptado.

Recién hace unas semanas volví a leerla. Tengo que decir que condicionado de manera notable por ese, mi primer recuerdo, donde el texto era sabroso, divertido, lleno de comicidad. Y tengo que reconocer que me he vuelto a reír con ganas en numerosas partes del texto... aunque también es cierto que, aunque sigo considerándola una buena novela, ahora la he mirado con otros ojos, quizá por eso que decía antes: mi memoria había puesto el listo demasiado alto.

Hay cosas que en esta lectura no me han llegado a convencer: creo recordar que la novela estaba íntegramente narrada por su protagonista. Ahora la narración va intercalándose entre el protagonista y una tercera persona omnisciente. Siento que con este cambio estructural le ha quitado chispa. Pero esto no es grave. Al fin y al cabo, quien nunca haya leído el otro texto, que es la mayoría de lectores, no echará de menos la voz total, exaltada, rocambolesca de dicho protagonista. Pero por sobre todo hay algo en el final, seguramente demasiado apresurado y resumido, que deja con gusto a poco, como si el concierto se hubiese acabado no con la mejor canción, sino con una nueva y un poco fuera de lugar con el resto de melodías.

Ahora pienso que quizá yo haya madurado como lector y no me baste la raíz cómica solamente. Aunque tampoco esto es exacto, puesto que en general y en particular durante casi todo lo largo del texto, la novela me ha hecho reír como entonces. Los personajes son exquisitos, partiendo por el protagonista, pasando por Valle, la hijastra del protagonista, y pequeña filósofa del absurdo, hasta llegar al novio de la hija, un exestudiante de medicina que ha descubierto su vocación como payaso y se vuelca en hacer reír a los pequeños enfermos, internados en un hospital.

"Vive como puedas" es una novela que llega a ser entrañable. Su protagonista se esfuerza en equivocarse constantemente. Es como el Buddy de "El apartamento", a quien la vida definitivamente, después de una separación y un segundo matrimonio poco convincente, le da la espalda; al final no tiene salvación posible. Está destinado a una caída, probablemente en una cama elástica y con nariz colorada, pero caída al fin y al cabo.

La verdad es que, si quieren pasar un buen rato y reírse de esas, nuestras tragedias cotidianas, deben leerla. Sin duda, Joaquín Berges es un muy buen contador de historias. Y en alguna parte de su cabeza y sus manos hay una gran novela por escribir. Novela que, en muchas ocasiones, se deja entrever en estas páginas.